Por Máximo Jiménez Raymond Pozo y Miguel Céspedes tienen madera para heredar en el humor el vacío que en algún momento dejarán Freddy Beras Goico, Cuquín Victoria y Felipe Polanco cuando éstos se retiren de los escenarios. Guardando la distancia, claro está.
Así lo demostraron en el espectáculo que presentaron a casa llena el pasado sábado, en la sala la Fiesta del Hotel Jaragua.
El público, en su mayoría gente de pueblo que probablemente es el que sigue sus comedias en la televisión, disfrutó cada chiste, cada broma, cada momento, cada ocurrencia de estos dos talentosos titanes del repentismo cotidiano.
Con excepción de una canción que estrenaron esa noche, Raymond y Miguel se concentraron en una rutina que de alguna manera se equipara a la que agotan en su programa semanal, que se transmite por Telemicro, canal 5.
Así, desfilaron por el escenario el Cabo Azulado, Tubérculo Gurmet, Efraín, el campesino que interpreta Céspedes y otros personajes conocidos.
La popular dupla humorística también sacó lágrimas (pero de la alegría) del público, que reía sin parar con las excelentes imitaciones que hicieran de artistas como Toño Rosario, el grupo Aventura, Dyango, Juan Gabriel y El Jeffrey. ¡Qué buena parodia la de El Jeffrey!
Divertido también fue el segmento cuando Céspedes imitó al ocurrente Morrobel que hace Freddy Beras Goico, mientras que Pozo dedicó su mejor histrionismo haciendo el Balbuena que inmortalizó a Luisito Martí.
Pero es ahí donde Raymond y Miguel tienen que trabajar en lo adelante. Dejar a un lado el legado de esos grandes humoristas de la vieja generación, y comenzar a caminar de manera independiente con sus propias creaciones.
Y ojalá que esos segmentos en que homenajearon a Freddy y Martí se queden en la noche del Jaragua.
Pozo y Céspedes están en su mejor momento, eso lo demostraron con este espectáculo que engrandece a su clase, más cuando los comediantes de su generación pocas garantías de triunfo comercial (y artístico) tienen en estos escenarios a gran escala.
Apostemos a su talento, a su popularidad y a su inventiva, porque la fama es siempre pasajera, pero Raymond y Miguel deben sacar partida a su éxito.
Una producción sencilla, pero elegante
Edilenia Tactuk, productora del espectáculo, desarrolló un concepto sin muchas complejidades, sustentado en el soporte del video, las pantallas gigantes, recurso al que le debe mucho a Raúl Camilo, que antes había experimentado con éxito para los musicales que presentó con Amaury Sánchez. Ahí estuvo la orquesta dirigida por el veterano Dioni Fernández, que poco campo tenía debido a las características del show: humor. De todas formas, Edilenia empezó a navegar en aguas desconocidas, y llegó a puerto feliz.
