En nuestro recorrido diario por la blogosfera hispana rescatamos hoy un texto incluido en Las Partidas, el cuerpo normativo redactado en Castilla durante el reinado de Alfonso X (1252-1284), que versa sobre el divorcio y las causas que lo justificaban en la alta Edad Media. Un fragmento reproducido en el blog “En la trébede” que alcanzó ayer la portada de Bitácoras.
El hombre podía aludir, para iniciar el proceso de divorcio, a la supuesta frigidez o “estrechez” -literal- de su esposa, y esta causa justificaba la separación de los cónyuges. Ahora bien, ¿qué ocurría si la mujer volvía a contraer matrimonio y mantenía relaciones sexuales satisfactorias con su nuevo esposo? La frigidez, entonces, podía ser puesta en tela de juicio.
Para despejar las sospechas sobre el posible fingimiento por parte de la mujer, los legisladores recomendaban analizar el tamaño del pene de ambos varones y, en función del resultado de la prueba, reunir nuevamente a la mujer con su primer marido o, por el contrario, permitirle permanecer junto a su nueva pareja.
"Se debe mirar si son semejantes o iguales aquellos miembros que son menester para engendrar, y si comprobaren que el primer marido no lo tiene mucho mayor que el segundo, entonces la deben tornar al primero, pero si se entendieren que el primer marido tuviera un miembro tan grande que de ninguna manera pudiere conocerla carnalmente, sin gran peligro para ella, aunque se hubiere quedado con él, no la deben separar de su segundo marido porque parece claro que el obstáculo que había entre ella y su primer marido duraría siempre."