Si le damos hacia atrás a las 
páginas del libro del éxito, encontraremos que Héctor Acosta, no ha 
dejado de ser noticia nunca, es de los pocos artistas dominicanos que ha
 sabido entender el negocio, su negocio que es su carrera artística e 
invierte en la misma, práctica que resulta ser el sostén de cualquier 
carrera. 
Lamentablemente la mayoría de 
nuestros jóvenes talentos llegan al estrellato pidiendo favores y, 
cuando pensamos que invertirán parte de esas bonificaciones en bien de 
fortalecer esa trabajada carrera, ellos por el contrario, sin visión al 
fin se inclinan por carros de lujos, y por aparentar un estilo de vida 
que dicta de su realidad, se les termina la buena zafra y pretenden 
volver al “Ayúdame”. 
En el caso de nuestros clásicos,
 ya nos le interesa dejar de serlo, y queda evidenciado en que todos 
continúan con mejor o peor suelte grabando lo mismo que han grabado 
siempre, a unos le funciona, y a otros no, se han acomodado y eso es 
entendible pues de los 80s a la fecha el cansancio aflora. 
Es mucho lo que se ha hablado 
del merengue, todos tenemos una opinión del tema, muchos acertamos en 
algunas de esas opiniones tanto, positivas como negativas, en torno a un
 género que nunca ha dejado de tener vida, sólo que se encuentra 
representado en su mayoría por muertos. 
Cuando vi por primera vez la 
invitación a este bien intencionado encuentro, entendí que se trataba de
 una muerte anunciada, por el hecho de que provenía de un artista al que
 muchos de sus propios compañeros, en reiteradas ocasiones le han 
vertido veneno, ya sea por su carrera exitosa, por su carisma en todos 
los espectro sociales del país, o el tener la faculta de pegar en ambos 
géneros. 
Bajo estas consideraciones, nos 
preguntamos qué necesidad tiene “El Torito” de convocar a unos supuestos
 aliados que en su primer descuido trataran de arrancarle la cabeza y, 
quien piense que exagero que comience a indagar sobre las mal 
intencionadas opiniones de algunos de los asistentes y de otros que se 
negaron asistir. 
La disparatada más grande la 
escuche de boca de un manejador, quien expresó, el que asistir a esa 
convocatoria sería, reconocer que su artista está pasando por mal 
momento, cosa que aseguró no es su caso, olvidando que en el mundo de la
 música, la marea sube, pero también baja, esas son cosa de él. 
Otros pidieron la cabeza de Juan
 L Guerra por no hacer acto de presencia, en pocas palabras el ego 
personal de la mayoría de nuestros aristas jamás le permitirá llegar a 
un acuerdo, ni de cómo encontrar solucionar un problema que es 
responsabilidad individual. Nada pasará si no graban actualizados a la  
demanda del mercado y los nuevos tiempos, si no invierten en su carrera,
 como si fuese un negocio cualquiera.
Fallidas convocatoria en busca 
de soluciones se han realizado con los propietarios de clubes y grupos 
dominicanos radicados en la ciudad de New York. Pero a la hora de la 
verdad todo está bien, nadie está mal, si tú no puedes yo sí, yo tengo 
trayectoria, no se respetan los rangos, etc., etc….. “Dominicanos al 
Fin” 
No se requiere ser un adivino 
pues para como muestra ese mismo día brotaron varios botones y lo 
lamentable del caso es que “El Torito” fue en busca de aliados por una 
causa más ajena que propia y terminará crucificado por su propio gremio.
 
Es un problema tan complejo, 
donde se requiere la intervención de la familia en la buena formación de
 nuestros jóvenes, la responsabilidad del gobierno en fomentar e 
invertir en un ritmo que nos jactamos en decir que es nuestra bandera 
cultural y bailable. El merengue no está exento de la descomposición 
social que vive nuestro país y ahí están los resultados. 
Felicitamos a Héctor Acosta por tan importante iniciativa y 
le admiro su valor y entrega cómo ser humano, pues siendo cómo es 
sabemos que continuará insistiendo, aunque lo sigan crucificando. Por Agustin de la Cruz (SoyLatino.net)
 
 









