Pablo Clase hijo
Santo Domingo
Mario Vargas Llosa es uno de los principales escritores latinoamericanos contemporáneos. Novelista, dramaturgo, ensayista y articulista peruano (nacionalizado español), ha sido traducido a otros idiomas, y alcanzado fama universal.
¿Quién no ha oído hablar de alguno de sus libros? “La ciudad y los perros”, “Conversación en la catedral”, “La fiesta del Chivo”Ö No es raro, pues, que su fecunda obra le haya procurado los más prestigiosos galardones como el Premio Cervantes 1994 y el Premio Nobel de Literatura 2010.
Precisamente la Academia Sueca le concedió el Nobel este año “por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual”. Tan pronto Vargas Llosa recibió esta noticia se sintió, según dijo, “muy conmovido y emocionado”. Declaró que consideraba el galardón como un reconocimiento al idioma español. También una ejecutiva de su casa editora dijo con regocijo: “Hoy el idioma español está de fiesta”.
Ya Mario pronunció el martes 7 el tradicional discurso de aceptación en la Academia Sueca y la entrega será mañana 10 de diciembre en el Ayuntamiento de Estocolmo, Suecia.
Esta distinción ha coincidido con la publicación de su última novela, “El sueño del celta”. La editorial Alfaguara, contagiada del entusiasmo generalizado, ha empezado con una tirada de 500,000 ejemplares para todo el mundo hispánico.
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Durante dos años estudió en el Colegio Militar Leoncio Prado de la capital peruana. Allí cursó el tercero y el cuarto del bachillerato. La experiencia allí vivida, bajo el rigor de la milicia, le serviría más tarde para escribir su primera novela.
A los 16 años se inicia como periodista y escritor, estrena en Piura el drama “La huida del Inca” y escribe un libro de relatos “Los jefes”, con que gana el Premio Leopoldo Alas. Ingresa a la Universidad de San Marcos, en Lima, donde estudia Derecho y Literatura, hasta obtener el título de Licenciado, y de Doctor en Letras por la Universidad Complutense de Madrid.
Se casa con su tía
A los 19 años se casó con Julia Urquidi, su tía política por parte materna, que era diez años mayor que él. Esto originó un gran escándalo. La familia rechazó este acto, al punto de tuvieron que separarse por un tiempo estando recién casados. Cuando se juntaron, el joven Mario tuvo que realizar los más disímiles trabajos para el sustento de ambos. Todo este acontecimiento le sirvió para escribir “La tía Julia y el escribidor”, lo que no le perdonó su esposa. Años más tarde, ya divorciado, él contraería matrimonio con su prima Patricia Llosa.
La primera novela
Su carrera literaria cobró notoriedad con la publicación de “La ciudad y los perros”, inspirada en un hecho real, como sus otras novelas iniciales. En esta obra alcanza madurez novelística. Aquí la violencia está presente en todas sus páginas, no como algo particular de los jóvenes, sino como algo común a toda la sociedad.
“¡Mi padre pensó que el Leoncio Prado haría de mi un hombre. Para mí fue descubrir el horrorÖ A mí en casa nadie me tocaba un pelo, los militares me pateabanÖ Se pateaban entre ellos!”, dice el protagonista, Alberto.
“La ciudad y los perros” ha sido considerada por casi todos los críticos del mundo como una de las más grandes novelas de la literatura hispanoamericana.
En 1965, escribe, con creciente dominio de la técnica narrativa, su segunda novela “La casa verde”, que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos a la mejor novela en lengua española.
Escritor cosmopolita
En verdad, Vargas Llosa no ha desarrollado su quehacer literario en un mismo lugar; ha vivido en varios países de Europa (España, Inglaterra, Suiza y Francia). Fue periodista de la Radio Televisión francesa. Además ha sido escritor residente y profesor en universidades de Gran Bretaña (Queen Mary College de Londres), Estados Unidos y Puerto Rico.
De su prolífica producción otros títulos son: “Los cachorros”, “García Márquez: historia de un deicidio”, “Pantaleón y las visitadoras”, “La guerra del fin del mundo”, “Historia de Mayta” y “Elogio de la madrastra”.
‘LA FIESTA DEL CHIVO’ (FRAGMENTO)
“ Había mucho tráfico. El chofer, maniobrando, consiguió abrirse paso entre una guagua con racimos de gente colgada de las puertas y un camión. Frenó en seco, a pocos metros de la gran fachada de cristales de la ferretería Reid. Al saltar del taxi, con el revólver en la mano, Antonio alcanzó a darse cuenta que las luces del parque se encendían, como dándoles la bienvenida.
Había limpiabotas, vendedores ambulantes, jugadores de rocambor, vagos y mendigos pegados a las paredes. Olía a fruta y frituras. Se volvió a apurar a Juan Tomás, que, gordo y cansado, no conseguía correr a su ritmo.
En eso, estalló la balacera a sus espaldas. Una gritería ensordecedora se levantó alrededor; la gente corría entre los autos, los carros se trepaban a las veredas.
Antonio oyó voces histéricas: “¡Ríndanse, carajo!”. “¡Están rodeados, pendejos!”. Al ver que Juan Tomás, exhausto, se paraba, se paró también a su lado y comenzó a disparar. Lo hacía a ciegas, porque caliés y guardias se escudaban detrás de los Volkswagen, atravesados como parapetos en la pista, interrumpiendo el tráfico. Vio caer a Juan Tomás de rodillas, y lo vio llevarse la pistola a la boca, pero no alcanzó a dispararse porque varios impactos lo tumbaron. A él le habían caído muchas balas ya, pero no estaba muerto. “No estoy muerto, coño, no estoy”.
Había disparado todos los tiros de su cargador y, en el suelo, trataba de deslizar la mano al bolsillo para tragarse la estricnina. La maldita mano pendeja no le obedeció. No hacía falta, Antonio.
