Hace diez años
comenzamos a observar el desinterés del público
por las orquestas de merengue que se presentaban en los espectáculos
multitudinarios de tarima.
El Festival del
Merengue, que surgió para promover nuestra música, y de paso atraer el turismo
puertorriqueño a la celebración, comenzaba a perder su esencia y sus
atractivos.
Los
auspiciadores se empeñaron a llevarlo a otras ciudades, pero ni aún siendo
gratuito se veía un real interés del público por la constelación de
agrupaciones que se presentaba en el mismo.
De seguro que
muchos de los que nos siguen recordarán que dimos la voz de alerta.
Criticamos el
hecho de que las orquestas iban a la tarima a hacer lo mismo de siempre.
Sin ninguna
producción ni motivación ofrecían un set de baile, cuando se supone que en una
tarima lo que debieron montar es un espectáculo.
Los líderes del
merengue y los productores ignoraron las advertencias de que había que cambiar
la fórmula y ofrecer nuevas propuestas a un público que daba evidencia de que
estaba cansado de que le siguieran ofreciendo más de lo mismo.
Una serie de
orquestas ya viejas, sin ningún código actualizado para conectar con la
juventud, desgastándose en un escenario, lo que al final de cuentas dio al
traste con esos espectáculos populares.
Aquellos
“aguaceros”, trajeron “estos lodos”....
Los espectáculos
de tarima con orquestas de merengue han caido en el descrédito, y han perdido
tanto interés, que aún siendo gratuitos la gente no acude a verlos en una
proporción valorable.
Ni gratis los
quieren...
Pena y verguenza
debe dar.
Por Joseph
Cáceres
Josephcaceres89@gmail.com