La
pornografía ha sido un tabú histórico. Se observa a escondidas,
clandestinamente; trae consigo un estigma y socialmente, se asume que es
exclusivamente para satisfacer al hombre.
Según encuestas e investigaciones universitarias en distintas partes del mundo, entre siete y ocho de cada 10 mujeres ha visto porno.
Si este comportamiento se replica, las estimaciones apuntan que 70 por ciento de poblanas ha visto –voluntaria o accidentalmente- algún material pornográfico.
No obstante, existe un gran desafío de igualdad en el cine porno, es decir, de ampliar las posibilidades y romper el estricto esquema de la heterosexualidad y la cosificación de la mujer.
La pornografía y el sistema patriarcal
De acuerdo con su hipótesis, la pornografía tendría que romper con los esquemas de género y cesar la imposición de comportamientos sexuales.
Si un niño o un hombre ve pornografía a escondidas, una mujer la piensa mucho más”.
Considera que las páginas de internet más populares ofrecen pornografía estrictamente heterosexual, con nulas opciones para mujeres.
Por su parte, Diana Magaña, integrante del colectivo Corazón del Barrio, indica que la sociedad fue educada bajo un modelo patriarcal, donde el poder radica en el hombre y a partir de ello, diseñó el porno que a él le satisface.
Enfatiza que en las películas porno (cortos o largometrajes), la mujer asume papeles de sumisión e incluso, en el cine gay existe el modelo de pasivo y activo; lo que obedece a la heteronormatividad.
Hay que abolir el género masculino y femenino, el porno –como una herramienta- debe contribuir a la identificación del cuerpo, al reconocimiento de la mujer y abonar a la libertad sexual”.
Las mujeres que ven porno, agrega, generalmente no lo hacen por placer personal sino en un acto condescendiente hacia su pareja.
Ante ello, afirma que hay una inminente necesidad de que las herramientas pornográficas diversifiquen su contenido e historias, para conseguir que las mujeres alcancen el empoderamiento de su propio cuerpo y a partir de ello, disfruten la sexualidad plenamente.
La gran industria porno
Si alguien inserta la palabra “sexo” en Google, obtendrá aproximadamente 376 millones de resultados en 0.19 segundos y si escribe “películas porno”, el buscador arrojará alrededor de dos millones 130 mil resultados en 0.16 segundos.
La fuerza y elementalidad de ambos tiene origen en la naturaleza humana y su necesidad de placer; por ello, el cine porno está considerado uno de los más grandes y rentables negocios del mundo.
Estimaciones no oficiales sostienen que tan sólo en Estados Unidos, la industria pornográfica moviliza una cifra superior a 100 mil millones de dólares anuales.
De acuerdo con J.H Laumann, en la Unión Americana, 11 por ciento de las mujeres han comprado películas porno, aunque ello no signifique forzosamente haberlas visto.
Porno en la red
Asimismo, se calcula que 14 por ciento de la población adulta ha visto porno por internet, universo del cual apenas un cuatro por ciento de mujeres observó porno en la web.
En México, no existen estudios precisos pero proliferan publicaciones en revistas; por ejemplo, Glamour difundió recientemente que 70 por ciento de mujeres acepta que ver pornografía es parte de sus hábitos sexuales.
Igualdad porno en construcción
María del Carmen González señala que la porno para mujeres o la idea de porno igualitaria surgió a finales de la década de los 80, es decir que el concepto es joven.
La información, así como el trabajo de cineastas respecto a la pornografía para mujeres, son reducidos.
El caso más conocido es el de Erika Lust, quien es co-fundadora de Lust Films, productora audiovisual, experta en cultura sexual y periodista.
De acuerdo con Lust, autora del libro “Porno para Mujeres”, la sociedad está irremediablemente pornificada puesto que películas y videos pornográficos circulan en internet con facilidad.
Ante ello, la escritora se ha encargado de difundir un manifiesto en el que libra de culpabilidad a las mujeres que desean y gustan de ver pornografía.
A Lust, la porno para mujeres le ha funcionado tanto que cuenta con un catálogo de filmes escritos o dirigidos por mujeres.
Los tabúes en Puebla
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Foto: Xóchitl Rangel
Materiales pornográficos abundan en la red, pero conseguirlos “a la antigüita” representa un reto.
En decenas de establecimientos de la popular Fayuca hay porno, pero ninguna película especial para mujeres, lo más variado son materiales lésbicos.
Los vendedores se muestran renuentes y no sueltan información, coinciden definitivamente que nunca o sólo una vez alguna mujer llegó a comprar porno.
En tanto, en el Cine Colonial, el más conocido en el rubro, el acceso a mujeres está restringido.
“Mujeres solas no entran” advierte el anuncio de la entrada en medio de otras aclaraciones como “Por el momento no hay área especial para parejas”.
Según la encargada de la taquilla, es una política de la empresa impedir la entrada a mujeres por motivos de “seguridad”.
Un camino por recorrer
María del Carmen y Diana comparten la intención de generar materiales pornográficos desapegados de los estereotipos, donde la figura masculina es la predominante.
Ambas han ejecutado ciclos de proyecciones pornográficas y realizado círculos de debate con mujeres de todas edades, invitadas a través de redes sociales.
En dichos ejercicios, se han topado con casos de mujeres jóvenes que nunca han visto porno y maduras que son adeptas.
La idea de las jóvenes es promover una sexualidad mucho más libre, sin culpabilidades y con mayor igualdad de género.
En el segundo semestre de 2013, anunciarán los nuevos talleres en materia de cine porno para mujeres en las instalaciones de Corazón del Barrio, ubicado en la zona de San José en el centro de Puebla. (Taringa)
