Hemos hablado de los famosos
flayers y artículos de prensa donde anuncian premiaciones en lugares
multitudinarios con un supuesto montaje por todo lo alto, pero faltando
apenas semanas sorpresivamente se inventan una excusa para trasladarlo
cualquier centro nocturno de la gran manzana.
Pero además en esos mismos
flayers se colocan las fotos de artistas y empresarios de renombre,
quienes ni se imaginan serán premiados o que tendrán algún tipo de
participación en dicho evento, con la única finalidad de conseguir
patrocinadores y de igual manera faltando pocas semanas para el evento,
aparece un nuevo flayes sustituyendo las estrellas anunciadas, por
artistas locales en la mayoría de los casos desconocidos.
Con unos labels que sólo serán
colocados en las estatuillas si la víctima se encuentra presente, porque
de lo contrario ese trofeo le servirá a cualquiera de los presentes o
de quien no estaba en la lista y llegó de repente. En fin, cada vez
estos comerciantes de premios se hacen más estratégicos y
desvergonzados, pues siempre aparecerán indios representados por
artistas, empresarios y comunicadores de diferentes nacionalidades a
quienes poder cambiarle dólares y/o trabajo por espejitos.
Lo más reciente que trajo el
barco es incluir en dichos flayes la mayor cantidad de páginas posibles
con la finalidad de que cuando sus administradores se vean en tan
“importante” premiación de inmediato le brinde incondicional apoyo de
promoción como intercambio a tan inteligente idea.
Lo interesante es que estos
eventos son con fines de lucros, es decir que generan dividendos por
diferentes vías, pero lamentablemente a la hora de la verdad los
organizadores se alzan con el santo y la limosna, mientras a los medios
sólo les queda el cansancio y el compromiso de publicar como buena y
validad toda la barbaridad y desorden que generalmente caracterizan a
los supuestos premios, los que cada vez se hacen más comunes y seguidos,
aún tengan que madurarlos con carburo. Por: Agustín de la Cruz (Sugar)